Who are you, Mr Saint James? La ascensión de Paulin Lambert. (2/3)

La ascensión de Paulin Lambert.

En 1890, entra en escena François-Paulin Lambert, quién se convirtió en el nuevo propietario de las plantaciones Saint-James, como eran conocidas ya en Martinica desde hacía un tiempo.

Nacido en 1828, este marsellés partió de la nada y sin tener apenas estudios, se apasionó por el mar y los horizontes lejanos después de lo cautivara, según la leyenda familiar, el movimiento de los barcos en el puerto de Marsella. . Debió pasar mucho tiempo vagabundeando y trabajando en muchos oficios. Cuando su hijo Ernest nació en 1858, Lambert constaba en el registro civil como “cocinero” pero “ausente”, ya que lo más probable es que se encontrase en alta mar. Después, se instaló como comerciante especializado en ron, concretamente en ron de Martinica. 

A diferencia de sus competidores, Paulin Lambert fue un innovador en muchos aspectos. Por ejemplo, en lugar de comprar rones desconocidos que se comercializaban bajo nombres diferentes, a menudo mezclados con alcohol neutro para disminuir los costes, comenzó a vender el ron que él mismo producía, para garantizar la calidad. Por este motivo, después de Trou-Vaillant compró otras propiedades para incrementar su capacidad de producción.

En 1882, registró dos patentes esenciales para reafirmar su originalidad. Por una parte está la botella de lados cuadrados, no solo más fácil de almacenar y menos frágil para atravesar el Atlántico, sino también más fácilmente reconocible. Por otra parte, creó la primera marca comercial del ron martinicano, “Saint-James”. Tendrían que pasar once años para que los hermanos Ichon, hiciesen lo propio con su ron “Saint-Etienne”.

Por último, muy pendiente de la calidad de sus rones, desarrolló una técnica de la que no se conoce el origen y que consiste en calentar el jugo de caña (vesou, en francés) antes de su fermentación, para concentrarlo ligeramente y eliminar posibles bacterias. Y más aún: fue el creador del 1884, el primer ron añejo del mundo, que se sirvió a los 22.000 invitados al banquete de alcaldes de Francia que tuvo lugar en 1900 en Las Tullerías. Como Paulin Lambert tenía tanto olfato para la publicidad como para los negocios, ideó una infinita gama de objetos variados que destacaban la calidad de los rones Saint James. Publicidad Saint James.
Pub Saint James

 

 

 

 

 

En 1902, la destilería, situada a las afueras de la ciudad y construida en un profundo valle, se salvó milagrosamente de una catástrofe que mató a 26.000 personas. En 1904, estaba lista para volver a funcionar. Paulin y sus hijos, Ernest y Eugène (que tomaron las riendas a su muerte, en 1905), aprovecharon el boom de la caña de azúcar en Martinica. Con la llegada del nuevo siglo, la isla se convertió en el primer productor mundial de ron, abasteciendo un tercio del total de ron que se consumía en el planeta. La demanda llegó hasta tal punto que la producción local resultaba insuficiente, y las destilerías se vieron obligadas a importar melazas de Guadalupe y de otras islas antillanas para atender la demanda.

Los años del cambio

Los hijos de Lambert continuaron al frente de la empresa paterna entre las dos guerras, con la adquisición de nuevas plantaciones en diferentes sectores de Martinica. De todas formas, no duraría demasiado la fiebre del ron provocada por la “Gran Guerra”, en la que los soldados franceses consumían ron en lugar de vino (que había empezado a escasear a causa de la filoxera) y por la epidemia de gripe española para la que se creía que el grog era el remedio ideal.


CAPÍTULO 1 : LA CARIDAD BIEN ENTENDIDA


El mazazo definitivo llegó el 31 de diciembre de 1922, con la creación de un sistema de cuotas que establecía un volumen máximo de producción para las colonias. Por encima de ese límite, se aplicarían las mismas tasas que a los alcoholes extranjeros. El desplome de precios que se produjo a consecuencia de ello provocó la quiebra de numerosos destiladores y comerciantes. Los que habían apostado por la calidad sortearon mejor la situación. Fue el caso de Saint-James, que en 1929 había centralizado su producción en una destilería en Saint-Pierre desde donde volvió a comercializar ron vintage. Sin embargo, tuvieron que librar una dura batalla contra los innumerables “rones” de contrabando que aún pululaban por el mercado.

La saga Lambert perduró hasta el año 1955, cuando la viuda de Ernest Lambert vendió la empresa familiar a un grupo de inversores de Francia que poseían fondos otorgados en compensación por los bienes que habían perdido en Indochina.

Pero sobre todo, fue en aquella época cuando se produjo un gran cataclismo que afectó de lleno a la industria azucarera de Martinica. El inevitable desplome mundial de los precios del azúcar azotó el país fuertemente ya que los salarios en la isla, sin llegar a ser desorbitados, eran mucho más elevados que los de sus competidores. En los campos de cultivo, la banana y la piña tomaron el lugar de la caña y las melazas locales se volvieron más escasas.

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Los destiladores de Martinica tuvieron, sin embargo, la valentía de abandonar el filón del ron industrial y volver al ron agrícola, elaborado únicamente a base de jugo fresco de caña. El objetivo, por no decir  el Santo Grial, fue obtener la Denominación de Origen Controlada. La primera demanda en ese sentido se registró en 1974, pero el camino sería largo: El Instituto Nacional para el Origen y la Calidad (INAO), en aquél tiempo no tenía competencia para los territorios de ultramar, tampoco tenía conocimientos en materia de ron ni cultivos tropicales y nunca antes un alcohol blanco, había solicitado -ni recibido-, una Denominación de Origen. Fueron necesarios 22 años de lucha hasta conseguir hacer el registro. 

Continuará… 

Próximo episodio: El Gran Relevo

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